En la línea de actualizar mi blog y no dejar cabos sueltos de los hechos más significativos que han ido sucediendo a lo largo de las últimas fechas, tengo que volver a hablar, tal como hice el año pasado, del Día de Todos los Santos, que para un español, adquiere en estas tierras polacas un tinte mágico y de misterio, aunándose la tradición de la visita a familiares y personajes importantes de la vida polaca ya difuntos al hecho de que se produce un bello espectáculo en los cementerios de todo el país.
No sólo son familiares los que visitan los cementerios, sino que cada año más turistas lo hacen, ya sean nacionales o extranjeros, equipados de cámaras de fotos, a fin de captar un bello e íntimo espectáculo de luz y de humildad al mismo tiempo. Así, las velas y las lámparas votivas aportan una vida a los cementerios que hace que, en muchos casos, sean lugares cálidos y llenos de colorido en esta fecha tan señalada para los polacos.
Este año regresé al famoso cementerio de Rakowicki, en Cracovia, donde pude hacer numerosas fotografias, de las cuales paso a ilustrar esta entrada con las más significativas a mi juicio...
No sólo son familiares los que visitan los cementerios, sino que cada año más turistas lo hacen, ya sean nacionales o extranjeros, equipados de cámaras de fotos, a fin de captar un bello e íntimo espectáculo de luz y de humildad al mismo tiempo. Así, las velas y las lámparas votivas aportan una vida a los cementerios que hace que, en muchos casos, sean lugares cálidos y llenos de colorido en esta fecha tan señalada para los polacos.
Este año regresé al famoso cementerio de Rakowicki, en Cracovia, donde pude hacer numerosas fotografias, de las cuales paso a ilustrar esta entrada con las más significativas a mi juicio...
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