Llegó el verano y, tras un largo tiempo lejos de la patria y de casa, tocaba volver. Así que el día 12 de julio, con las maletas preparadas, me dispuse a volver a España. La verdad es que ya se echaba de menos, tras un largo curso académico muy intenso, poder disfrutar de los aires patrios.
Tomé el avión en Cracovia, escala en Munich y aterrizaje en Madrid. Desde allí, a las pocas horas, y tras un fugaz encuentro con mi gran amigo Fernando en la estación de Chamartín, tomé el tren que habría de llevarme a Almería, Ciudad de la Luz, tal como se refiere a ella la propaganda turística. La verdad es que fue un viaje relativamente largo, pero anhelado y allí pude reencontrarme con amigos y amigas a los que no vía desde hacía bastante tiempo.
Tras pasar una agradable semana en Almería, tomé el autobús y desde allí me dirigí a Andújar, localidad de la provincia de Jaén donde residen mi padre y mis hermanos. Reencuentro familiar emotivo, acompañado, eso sí, de un calor insoportable. Comprobé que mi familia se hallaba estupendamente y que todo parecía marchar bien, por lo que despejé ciertas preocupaciones de mi mente. De lo que no dejé de preocuparme fue del sempiterno calor del valle del Guadalquivir, que me castigó continuamente: será quizá porque ya me he acostumbrado al tiempo cracoviense y para mí ahora 25 grados de temperatura son suficientes. Pero no: hube de aguantar los 40 y un poco más, durante otra semana casi.
En cualquier caso, fue un reencuentro con la pequeña ciudad de provincias donde crecía y con algunos amigos que allá quedaron hace tiempo. La impresión: de estatismo absoluto, sin apenas cambios ni en la fisonomía urbana ni en el ambiente social. Es como si la ciudad que has conocido en tu infancia permaneciera estáticamente situada en un espacio y un tiempo determinados que no varían. Para el reencuentro coon tus raíces está bien, porque todo sigue siendo igual, pero te preguntas dónde está el progreso, qué hay nuevo que esa ciudad pueda ofrecer a sus habitantes... En fin, más de lo mismo.
Tras Andújar, tocó el regreso a Madrid para tomar el avión de vuelta a Cracovia el día 30 de julio (como se puede apreciar, no fue una estancia demasiado larga en España), con otro fugaz reencuentro con mi amigo Fernando y mi amiga Mavilde -su novia-, y por fin, regresé a Cracovia.
La verdad es que este regreso a España me ha transmitido una sensación muy positiva, a pesar del tremendo calor reinante (cosa que ya casi había olvidado), por lo que durante todo el tiempo de mi estancia, me hice muy amigo de la ducha, donde permanecía largos periodos de tiempo varias veces al día, a fin de aliviar los ardores provocados por el incesante sol.
Ahí van a continuación algunas fotos que tomé en el viaje:
Tomé el avión en Cracovia, escala en Munich y aterrizaje en Madrid. Desde allí, a las pocas horas, y tras un fugaz encuentro con mi gran amigo Fernando en la estación de Chamartín, tomé el tren que habría de llevarme a Almería, Ciudad de la Luz, tal como se refiere a ella la propaganda turística. La verdad es que fue un viaje relativamente largo, pero anhelado y allí pude reencontrarme con amigos y amigas a los que no vía desde hacía bastante tiempo.
Tras pasar una agradable semana en Almería, tomé el autobús y desde allí me dirigí a Andújar, localidad de la provincia de Jaén donde residen mi padre y mis hermanos. Reencuentro familiar emotivo, acompañado, eso sí, de un calor insoportable. Comprobé que mi familia se hallaba estupendamente y que todo parecía marchar bien, por lo que despejé ciertas preocupaciones de mi mente. De lo que no dejé de preocuparme fue del sempiterno calor del valle del Guadalquivir, que me castigó continuamente: será quizá porque ya me he acostumbrado al tiempo cracoviense y para mí ahora 25 grados de temperatura son suficientes. Pero no: hube de aguantar los 40 y un poco más, durante otra semana casi.
En cualquier caso, fue un reencuentro con la pequeña ciudad de provincias donde crecía y con algunos amigos que allá quedaron hace tiempo. La impresión: de estatismo absoluto, sin apenas cambios ni en la fisonomía urbana ni en el ambiente social. Es como si la ciudad que has conocido en tu infancia permaneciera estáticamente situada en un espacio y un tiempo determinados que no varían. Para el reencuentro coon tus raíces está bien, porque todo sigue siendo igual, pero te preguntas dónde está el progreso, qué hay nuevo que esa ciudad pueda ofrecer a sus habitantes... En fin, más de lo mismo.
Tras Andújar, tocó el regreso a Madrid para tomar el avión de vuelta a Cracovia el día 30 de julio (como se puede apreciar, no fue una estancia demasiado larga en España), con otro fugaz reencuentro con mi amigo Fernando y mi amiga Mavilde -su novia-, y por fin, regresé a Cracovia.
La verdad es que este regreso a España me ha transmitido una sensación muy positiva, a pesar del tremendo calor reinante (cosa que ya casi había olvidado), por lo que durante todo el tiempo de mi estancia, me hice muy amigo de la ducha, donde permanecía largos periodos de tiempo varias veces al día, a fin de aliviar los ardores provocados por el incesante sol.
Ahí van a continuación algunas fotos que tomé en el viaje:
Vista de la calle Real con la imagen al fondo del Puerto de Almería
Panorámica del Paseo de Almería, avenida central de la ciudad
Vista del antiguo cargadero de mineral o "Cable Inglés", construido en el siglo XIX bajo planos de Gustav Eiffel
Vista del Paseo Marítimo de Almería, cerca del Zapillo
Vista de la carretera de Costacabana, que une la ciudad con la Universidad de Almería
Entrada de la Universidad de Almería
Vista del inicio de la Rambla de Almería, desde la zona del puerto, la cual cruza la ciudad de sur a norte
Fuente en el parque Nicolás Salmerón, frente al Puerto de Almería
Plaza de la Catedral, con la catedral de Almería como fondo. Es la única catedral-fortaleza de toda España, lo cual explica la ausencia de altas torres que pudieran ser utilizadas como blanco para un eventual bombardeo costero
Torreo y espadaña de la catedral de Almería
Un típico invernadero almeriense, motor económico de la provincia
Otro invernadero, cerca de la barriada de Bellavista
Molino perteneciente al parque eólico ubicado al norte de la provincia de Almería
Inicio del olivar de la provincia de Jaén, primera productora de aceite de oliva del mundo
Curioso anuncio en Andújar, donde se ofertan trajes típicos regionales andaluces así como complementos para el caballista
Panorámica del Paseo de Almería, avenida central de la ciudad
Vista del antiguo cargadero de mineral o "Cable Inglés", construido en el siglo XIX bajo planos de Gustav Eiffel
Vista del Paseo Marítimo de Almería, cerca del Zapillo
Vista de la carretera de Costacabana, que une la ciudad con la Universidad de Almería
Entrada de la Universidad de Almería
Vista del inicio de la Rambla de Almería, desde la zona del puerto, la cual cruza la ciudad de sur a norte
Fuente en el parque Nicolás Salmerón, frente al Puerto de Almería
Plaza de la Catedral, con la catedral de Almería como fondo. Es la única catedral-fortaleza de toda España, lo cual explica la ausencia de altas torres que pudieran ser utilizadas como blanco para un eventual bombardeo costero
Torreo y espadaña de la catedral de Almería
Un típico invernadero almeriense, motor económico de la provincia
Otro invernadero, cerca de la barriada de Bellavista
Molino perteneciente al parque eólico ubicado al norte de la provincia de Almería
Inicio del olivar de la provincia de Jaén, primera productora de aceite de oliva del mundo
Curioso anuncio en Andújar, donde se ofertan trajes típicos regionales andaluces así como complementos para el caballista
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