2.4.07

Nihil novum sub sole

Hace ya prácticamente un mes que no escribo en el blog, y ello no se debe ni a dejadez ni a desidia, sino a no tener virtualmente tiempo para nada. A las clases que imparto en la universidad y al curso de polaco que estoy realizando, añadí recientemente la práctica de la natación los fines de semana, por ahora con unos relativos resultados poco menos que desesperanzadores: me tocaba aprender a nadar, y por ello me puse a tal menester, aún cuando suponía que, dado mi inigualable estilo "perrito" que mal que bien garantizaba mi flotabilidad, podría afrontar con una relativa facilidad el hecho de tirarme a la piscina, en el sentido más literal de la expresión.

Pues bien: hasta ahora, sólo sé que no sé nada, y por ello, los días que he estado yendo a nadar, han terminado con una ingente cantidad de agua tragada en mi haber, haciendo que, cada salida de la piscina sea la de alguien con apariencia de padecer hidropesía. Si bien pudiera parecer descorazonador, bien es cierto también que me sigo esforzando y, por ello, últimamente noto que trago menos agua y que consigo controlar mejor la respiración.

En otro orden de cosas, hace un par de semanas me desplacé a un bello pueblo de montañas, llamado Muszyna. ¿El asunto? Observar cómo mis estudiantes de metodología, que están realizando las prácticas pedagógicas (algo parecido al CAP en España, aunque, en este caso, se realiza durante los estudios), daban clase a un nutrido grupo de alumnos del Liceo XX de Cracovia, que se habían retirado durante una semana a este paraje sin par para realizar lo que se llama un Obóż Językowe, o sea, un campamento de lenguas. Así pues, combinando los estudios ordinarios de bilogía, física, matemáticas, lengua polaca, etc..., también se centraban en clases intensivas de idiomas: en este caso, el inglés y el español.

Este viaje se debe a que, desde hace un par de años estoy coordinando las prácticas pedagógicas en lengua española en la Universidad Jaguielónica de Cracovia, dado que no había, en el momento en el que arrivé a la misma, ningún especialista en formación de profesores de español como lengua extranjera. Así pues, dado que me tocó a mí formar a los futuros profesores de enseñanza secundaria de español, también tuve que arrostrar esta situación de buscar centros de enseñanza que impartieran español como segunda lengua, que estuvieran dispuestos a tener estudiantes en prácticas y que, además, no fuera una carga para el centro.

Aparte de eso, me siento muy a gusto con esta labor, dado que es muy gratificante ver cómo tus estudiantes ponen en práctica técnicas y estrategias de enseñanza y cómo intentan, día a día mejorar sus capacidades y aptitudes. Esto lo sé de primera mano, dado que me dedico a hacer rondas de visita por los centros de enseñanza y asisto a las clases de mis estudiantes, a fin de hacer un compedio de situaciones que debían haber afrontado de una manera u otra y nos sirve a todos para analizar los problemas surgidos en el aula, a la par que buscamos fórmulas para mejorar la docencia. Esto es, pues, lo que justificaba mi presencia en este campamento de lenguas.

Muszyna es un pueblito, casi una aldea, situado en el sureste de Polonia, cerca de la importante ciudad de Tarnów, y lindando con la frontera de Eslovaquia, aunque se puede apreciar mejor su situación en el siguiente mapa:


Volviendo al tema que nos ocupa, mis estudiantes se comportaron muy bien dando las clases, y además tuve tiempo de sacar algunas fotos del lugar cuando salía a comprar el periódico o a respirar un poco de aire fresco. Pero como siempre digo, una imagen es mejor que mil palabras, así que allá va el repertorio:


Extraño monumento del que no tuve ocasión de saber mucho. Cuanto menos, es curiosa su forma y el contraste que hace con el fondo arbolado... ¿o no?

Este es el Centro Comercial de Muszyna. Típico edificio de la época comunista, recoge las reminiscencias del estilo minimalista, a la par que, desde una postura ecléctica, se funde con el típico estilo montañés polaco.

Vista de una parte de Muszyna. Es un pueblo pequeño, surcado por una larga travesía central, por lo que las casas y naves, se apilan alrededor de la misma.

Típico ejemplo de religiosidad polaca. Estos pequeños altares, rematados en forma de cruz, y siempre hechos en madera, son típicos de los pequeños pueblos polacos.

Este es un ejemplo de las capillitas típicas de esta zona. Tienen una arquitectura de corte ortodoxo, y ello se debe a que en esta zona se concentraron una gran cantidad de personas provenientes de Ucrania, de religión ortodoxa, fruto de las deportaciones masivas que hizo Stalin en los años '30 y '40.

Ejemplo de casa de la denominada "arquitectura balnearia". Muszyna, como otros pueblos de montaña, resultaron ser un excelente retiro para aquellos que deseaban visitar balnearios próximos. Fruto de esta actividad turística, resultó este estilo arquitectónico, que podemos encontrar a todo lo largo del sur de Polonia, en zonas cercanas a balnearios.

Vista de la Plaza Central de Muszyna. El día no acompañaba, pero ello no obsta para que resulte bella...

Otra vista de la Plaza Central de Muszyna.

Típico ejemplo de casa de montaña en Polonia, toda ella en madera. Es muy usual aún que se sigan construyendo este tipo de casas, tanto en zonas urbanas como extraurbanas.

Una vivienda unifamiliar de agricultores en Muszyna. Las casas de pueblo, normalmente son bastante grandes, de dos o tres plantas, y es tradición que se construyan cuando alguien se casa para formar una familia. Por ello, suele colaborar toda la familia del novio en la construcción, que se realiza en fines de semana, a lo largo de unos años.

Otra perspectiva de la travesía que cruza Muszyna de parte a parte, conectando a este pueblito con la civilización...

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