Esto, que pudiera sonar a broma, quizá es lo que han dicho muchos y muchas pseudofamosetes a sus padres del alma cuando han logrado arrancar esos segundos de gloria a la cámara, haciendo esto o aquello (cochinadas, como decía mi abuela).
En mi caso, también resulta que va a ser verdad, sólo que esta vez alguien con coherencia ha pensado que sería mejor sacarte en la tele por ser tú mismo y por vivir tu vida normal. Esa era la idea y eso es lo que me ha pasado.
¿Cómo he llegado hasta aquí? Muy simple: hace algún tiempo se pusieron en contacto conmigo desde una oficina de Extenda, en Varsovia. Para quien no sepa qué es extenda, hay que decir que se trata de la oficina comercial de la Junta de Andalucía en Polonia. ¡Para que luego digan que los andaluces estamos atrasados! Pues bien, una señora muy simpática, conociendo de mi situación en Cracovia, me pidió que buscara a otros andaluces para salir en un programa de televisión de Canal Sur que se está preparando para empezar a emitir en próximas fechas y que cuenta la vida de andaluces que residen en otros países, por los motivos que sean.
Al final, toda esta operación, contactos y más contactos, citas y llamadas (que, por cierto, este mes se han dejado sentir fehacientemente en mi factura telefónica), se concretó en que el pasado día 11 me tocó la china, y por fin, gracias a dos reporteros muy agradables y simpáticos, llamados Pablo y Javi (desde aquí les mando a ambos efusivos saludos), pasamos un laaaaaaaargo día andando de un sitio para otro para conseguir mis cinco (o seis, o siete, o menos) minutos de gloria televisivos, y es que todo el mundo debería tener derecho a esos cinco minutos de gloria, a ver si así se termina con el morbo de saber qué hace quién con quién y para qué.
Programas como estos, en los que simplemente se cuente cómo es la vida normal de una persona nada extraordinaria (tanto la vida como la persona), en situaciones cotidianas, sin improvisaciones, sin montajes y sin... -¡hummm! ¿Cómo decirlo?-, sin tantos "experimentos sociológicos", deberían abundar más en una parrilla televisiva ya tan desvirtuada, en la que parece que el único norte es poder ver cómo cada persona saca su lado más ruin e histriónico a cambio de un poco de popularidad (y si es posible, de dinero). Esta pseudo-prostitución de la persona a las actuales exigencias de la audiencia, ciertamente lleva a un mal camino, y si no, sólo hay que preguntarle a los niños pequeños (yo lo hago cuando voy a España, no por el morbo de saber las noticias, sino para conocer el grado de contaminación televisiva que sufren).
Momentos de esta grabación, haberlos los hubo, pero ya se verán en su día en el programa, el cual recomiendo seguir, pero dos cosas sobre todo habré de señalar: por un lado, la valentía de mis estudiantes frente a la cámara y el hecho de que se animaran a hablar en español de forma espontánea (se van a merecer así un buen trato cuando llegue la hora de los exámenes... jejejeje) y el comentario que hizo una amiga mía de mí: -es bastante hipocondríaco... Esto no te lo esperabas, ¿eh?-
No, María, no me lo esperaba, pero gracias por ser tan sincera y por ser como eres. También quiero dar las gracias a mis amigos Fernando, Ewa y Marcos, por aguantar la "encerrona" televisiva que les preparé y por ser tan buenos amigos todos ellos.
PD.: A propósito, papá: cuando Marcos dice -Sergio es precioso-, no te confundas. Marcos, que es portugués y habla muy bien el español, para compensar la saudade que tiene por su tierra, dice a todo y a todos que son... ¡preciosos!
En mi caso, también resulta que va a ser verdad, sólo que esta vez alguien con coherencia ha pensado que sería mejor sacarte en la tele por ser tú mismo y por vivir tu vida normal. Esa era la idea y eso es lo que me ha pasado.
¿Cómo he llegado hasta aquí? Muy simple: hace algún tiempo se pusieron en contacto conmigo desde una oficina de Extenda, en Varsovia. Para quien no sepa qué es extenda, hay que decir que se trata de la oficina comercial de la Junta de Andalucía en Polonia. ¡Para que luego digan que los andaluces estamos atrasados! Pues bien, una señora muy simpática, conociendo de mi situación en Cracovia, me pidió que buscara a otros andaluces para salir en un programa de televisión de Canal Sur que se está preparando para empezar a emitir en próximas fechas y que cuenta la vida de andaluces que residen en otros países, por los motivos que sean.
Al final, toda esta operación, contactos y más contactos, citas y llamadas (que, por cierto, este mes se han dejado sentir fehacientemente en mi factura telefónica), se concretó en que el pasado día 11 me tocó la china, y por fin, gracias a dos reporteros muy agradables y simpáticos, llamados Pablo y Javi (desde aquí les mando a ambos efusivos saludos), pasamos un laaaaaaaargo día andando de un sitio para otro para conseguir mis cinco (o seis, o siete, o menos) minutos de gloria televisivos, y es que todo el mundo debería tener derecho a esos cinco minutos de gloria, a ver si así se termina con el morbo de saber qué hace quién con quién y para qué.
Programas como estos, en los que simplemente se cuente cómo es la vida normal de una persona nada extraordinaria (tanto la vida como la persona), en situaciones cotidianas, sin improvisaciones, sin montajes y sin... -¡hummm! ¿Cómo decirlo?-, sin tantos "experimentos sociológicos", deberían abundar más en una parrilla televisiva ya tan desvirtuada, en la que parece que el único norte es poder ver cómo cada persona saca su lado más ruin e histriónico a cambio de un poco de popularidad (y si es posible, de dinero). Esta pseudo-prostitución de la persona a las actuales exigencias de la audiencia, ciertamente lleva a un mal camino, y si no, sólo hay que preguntarle a los niños pequeños (yo lo hago cuando voy a España, no por el morbo de saber las noticias, sino para conocer el grado de contaminación televisiva que sufren).
Momentos de esta grabación, haberlos los hubo, pero ya se verán en su día en el programa, el cual recomiendo seguir, pero dos cosas sobre todo habré de señalar: por un lado, la valentía de mis estudiantes frente a la cámara y el hecho de que se animaran a hablar en español de forma espontánea (se van a merecer así un buen trato cuando llegue la hora de los exámenes... jejejeje) y el comentario que hizo una amiga mía de mí: -es bastante hipocondríaco... Esto no te lo esperabas, ¿eh?-
No, María, no me lo esperaba, pero gracias por ser tan sincera y por ser como eres. También quiero dar las gracias a mis amigos Fernando, Ewa y Marcos, por aguantar la "encerrona" televisiva que les preparé y por ser tan buenos amigos todos ellos.
PD.: A propósito, papá: cuando Marcos dice -Sergio es precioso-, no te confundas. Marcos, que es portugués y habla muy bien el español, para compensar la saudade que tiene por su tierra, dice a todo y a todos que son... ¡preciosos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario