Eso es lo que me he estado preguntando últimamente, aunque ya debería de conocer la respuesta: intentar sobrevivir a costa de mi trabajo.
Pero no es sólo supervivencia, no es sólo el afán de aventura, no es sólo dar cumplida satisfacción al afán vocacional... Es todo eso y mucho más. Así que, de esta forma, he acabado en Cracovia (Polonia) como lector de una universidad de esta tierra.
Mentiría si digo que soy un recién llegado a este lugar. La verdad es que ya llevo residiendo en esta ciudad algo así como dos años, y hasta la fecha, no me he cansado de hacerlo, a pesar de los crudos inviernos que la azotan de vez en cuando y que dejan un precioso paisaje para la cámara de fotos, pero no tan agradable para el que tiene que andar día a día de un lado para otro, especialmente si la temperatura baja de los -20º... A veces pienso que, si existe el infierno, tiene que ser frío... Muy frío.
A pesar de todo, hete aquí que ya llegué a Cracovia y me incorporé a mi puesto de lector en la Uniwersytet Jagiellonski w Krakowie, egregia y antigua universidad cuyos orígenes datan del año 1364, que ha visto pasar por sus aulas a personajes de hace mucho tiempo, como Nicolás Copérnico, más contemporáneos, como Karol Wojtyla, y ahora... a mí.
A través de este blog quiero contar mis experiencias, impresiones, apreciaciones y demás cosas que se me pasen por la cabeza, de tal forma que me recuerde lo que he ido pasando, a guisa de diario, y que también sirva como fuente de ideas e inspiraciones para otras personas que se encuentran desempeñando su función de lectores en otros lugares del mundo. Asimismo, también quiero narrar la vida ciudadana que se desarrolla en este lugar y cómo es la sociedad, pues las palabras de quien vive en la misma mejor pueden servir que lejanas noticias llegadas de agencias.
Para finalizar, bueno será recordar, y recordarnos una cosa: que a pesar de las distancias, de nuestras funciones, de los deberes que tenemos, etc., somos personas que nos relacionamos con personas, y de ello hay que saber aprovechar todas las enseñanzas que nos puedan brindar, a la par que, cada día, intentamos ofrecerles lo mejor de nosotros mismos.
Pido, pues, disculpas por anticipado si a alguien pudiera ofender alguno de los comentarios vertidos en este blog. No me exhonero de la responsabilidad personal acerca de los que yo mismo haga, pero sí de la intencionalidad, que en ningún caso prentenderá ser negativa, sino todo lo constructiva que pueda ser. Pido también disculpas si omito algún dato que se le ha escapado a mi peregrina cabeza, pero como rectificar es de sabios, seguramente haré muchísimas rectificaciones. Y por último, pido paciencia a aquellos que lean estos textos, dado que, si bien intentan ofrecer una interesante visión de diversos aspectos que ya he mencionado, seguramente lo harán de forma desordenada, tal como se me vayan ocurriendo, pero... ¿qué mejor función tiene un diario sino plasmar el desorden mental que día a día sufrimos?
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