Gracias a la colaboración de Jorge y de Miguel (copropietarios de El Sol), el acto quedó bastante lucido, máxime porque se esforzaron en engalanar el local con todas las banderas de los países de habla hispana y porque animaron la fiesta con buena música y con su buen hacer, mostrando a todas las personas interesadas que allí estuvieron elementos propios de la cultura hispánica, así como expresiones típicas, tarea última a la que nos sumamos los docentes que por allí andábamos, a fin de animar a mejorar su aprendizaje de español a todas aquellas personas que gozan con nuestra lengua y nuestra cultura.
Hasta aquí, el apecto panfletario y estadístico.
En otras palabras: la fiesta fue estupenda y todos lo pasamos muy bien, dado que hubo momentos estupendos de baile (agarrado y sin agarrar), de chistes (normalitos y picantes) y de buen ambiente y diversión hasta las tantas... Como yo ya iba medio acatarradado, de hecho terminé de agarrar allí una amigdalitis de aúpa que me ha dejado todo el fin de semana fuera de combate, en casita, con bebidas calientes, pastillas a mogollón... y sin fumar, que es lo que más me ha dolido.
Por cierto, una anécdota curiosa de la fiesta, es que por allí aparecieron entre otros dos chicos madrileños medio despistados, que habían ido a hacer turismo por la ciudad y se habían encontrado con esto... (¿Qué español no se resite a entrar en un sitio en el que se celebra una fiesta española en una ciudad extranjera?). Resulta que al final -¡lo que es la vida!- resultó ser que existe poco menos que la posibilidad de que entre uno de ellos y yo tengamos parientes comunes, que remanecen del mismo pueblo -Andújar-. Y para que luego digan que el mundo no es un pañuelo...
Menos mal que ya me recuperé y hoy lunes volví a
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