Hoy fue un día de esos en los que piensas que la providencia debería ser más misericordiosa contigo. La verdad es que han pasado suficientes cosas para escribir un libro y, a la vez, casi no ha pasado nada. Quizá se deba a esas sensaciones que de vez en cuando uno tiene de dejá vu, en las cuales se manifiesta lo que no querríamos que fuera patente.
De cualquier manera, hay dos aspectos claves que sucedieron hoy y que afectaron respectivamente al aspecto personal y al aspecto profesional. En primer lugar, contaré lo del aspecto personal, y en este caso voy a maldecir miles de veces al chaquetón que tan insistentemente casi me "obligó" en su día a comprar mi ex-novia Magdalena. Tiene unos bolsillos mágicos en los que se pierde todo, y hoy le tocó a mi maravilloso teléfono móvil.
Digo "maravilloso", porque en él tenía apuntados todos los teléfonos que, de una u otra manera, resultaban interesantes, importantes o muy importantes para mí. Esta mañana perdí el tranvía que, justamente, pasó ante mis narices sin tener la delicadeza de esperar ese minuto de rigor que hubiera tardado en cruzar la calle hasta llegar a la parada, por lo que, dada la hora que era, y teniendo en cuenta el tiempo del que disponía para llegar a mi primera clase, decidí tomar un taxi. ¡Maldita sea la hora en la que se me ocurrió! Misteriosamente, el teléfono se deslizó del bolsillo de mi chaquetón (el que casi me había colado mi ex-novia) al asiento posterior del vehículo...
El problema es que no me di cuenta hasta pasadas doce horas, momento en el cual precisaba del uso de dicho aparato que tan esclavizados nos ha vuelto. Esto enlaza con la segunda parte, dado que esta tarde tenía una nueva reunión con el Kolo Naukowe Iberystów de la UJ (es decir, los estudiantes interesados en promocionar la lengua española y la cultura hispana), la cual se iba a celebrar en la librería española Elite, un lugar perteneciente a dos buenas amigas mías -Ewa y Monika-, que rezuma encanto y que es el solaz de mis momentos vagos, dada la gran cantidad de material bibliográfico del que disponen en sus estantes.
Pues bien, llegué a esta reunión azorado por la pédida de mi teléfono móvil, pero gracias a las gestiones de Ewa y de Monika he podido, al menos, anular la tarjeta y enterarme de que he perdido el aparato para siempre, dado que se desvivieron llamando a la central de taxis para averiguar el infatuado destino de dicho objeto.
En cuanto a la reunión, por fin hemos decidido disponer de estatutos y registrar el Kolo Naukowe Iberystów de forma legal, por lo que, si bien ha estado funcionando en los últimos siete años de facto, ahora también lo podrá hacer de iure. El próximo objetivo es disponer de una subvención de la universidad para editar una revista científica en español que, además, tenga valor en cuanto a currículum para todos aquellos estudiantes que publiquen en la misma.
Asimismo estuvimos hablando de diversas cuestiones en cuanto a promoción del Kolo Naukowe y de captación de nuevos miembros. Poco a poco iré contando sobre dichas actividades que, sin duda, merecerán la pena y contribuirán a difundir, aún más si cabe, la lengua y la cultura españolas por estas tierras.
Lo del móvil es irreparable, pero por lo menos queda el dulce sabor de estar participando en la gestación de una criatura que tendrá, sin duda, grandes posibilidades, especialmente gracias al entusiasmo de las personas que han decidido participar en este proyecto. Quiero agradecer desde estas líneas a Marta Maslowska el hecho de que se haya atrevido a ser la primera en participar en el proyecto "El poema de la semana" y haya traducido al español a un autor polaco, para el disfrute de todos los hispanistas de la UJ.
Y no quiero dejar de recomendar a todos aquellos que me lean, el hecho de que, si visitan Cracovia, pasen por la librería española Elite para disfrutar, si no de los libros, al menos de un estupendo café o té en su sala de lectura.
En fin, que ya veremos como va la cosa de mi número de teléfono. Por ahora, hay que decir "Adiós, Motorola, hola Nokia".