18.12.06

Ya se nos echa encima la Navidad

Acuciados ya por la cercanía de las fiestas navideñas y por el final de este año 2006, que ha pasado, si no rápido, al menos como si se hubiera dejado notar menos que otros años, nos preparamos ya para convertirnos de golpe y porrazo en todo lo buenas personas que no hemos podido llegar a ser a lo largo de este periodo para, al menos durante esta semana de fiestas, intentar hacer borrón y cuenta nueva de nuestros malos momentos y proponernos firmemente cambiar algunas cosas en nuestras vidas.

La verdad es que la Navidad me da miedo. Me infunde pánico, pavor, me deja aterrado, me deja estupidizado y estupefacto... No tengo suficientes palabras para describir el efecto tan asolador que provoca en mi persona. Quizá es el momento del año en el que siento con más fuerza la soledad, que no la nostalgia. Es posible a que se deba a esa inexcusable obligación de que hay que reunirse en familia, hay que estar con los amigos, hay que exhibir sonrisas y hay que ser obligatoriamente feliz.

La llaman "el tiempo de la ilusión", pero claro, eso sólo hace referencia a los niños, que aún no han sido mancillados por la vida en muchos casos, y a los personajes de Dickens, que a pesar de su supuesta ruindad en algunos casos, terminan rindiéndose y reconociendo una felicidad que, desde un plano real sabían que no podía existir.

Es el tiempo de las anteojeras y de caminar, como los asnos, ciegos hacia donde nos quieran llevar, y además de todo, felices de ser llevados hacia ese pozo sin fondo de la felicidad incontenida y del derroche abrumador que se supone no nos pesa, porque lo hacemos con alegría y es para una buena causa: la felicidad propia y ajena.

¡Qué triste tener que ser alguien discordante en estas fechas! Pero, qué se le puede hacer... Busco motivos para alegrarme, para tomar conciencia de que debo ser feliz y estar tremendamente alegre, pero encuentro muy pocos para hacerlo. La única suerte, es que este período pasa rápido y, al fin y al cabo, tendré unas vacaciones para descansar un poco... Bien mirado, a nadie le amarga un dulce de este tipo, ¿no?

Así que me regocijaré pensando que tendré tiempo para ordenar mi casa y mi vida, mis apuntes y los trabajos de mis estudiantes y, por supuesto, como soy muy cumplidor, y mi último deseo es amargarle a los demás las fiestas, mandaré a todas las personas que conozco una postal navideña electrónica "made in Sergio", para que, al menos, tengan ellos algo de felicidad y sepan que, en mi torre solitaria, me acuerdo de ellos.

He de reconocer que quiero dejar una puerta abierta a la esperanza de que algo cambie, y por eso, a todos los que me leen les deseo una muy feliz Navidad y un próspero año 2007, que sea venturoso y llegue cargado de nuevas ilusiones y de ganas de vivir lo mejor posible... -espero que incluso para mí-.


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