28.12.06

25 de diciembre, fun, fun, fun... latino

El día 25 de diciembre el Club El Sol se acordó de todos aquellos hispanos y latinos que no habíamos podido reunirnos con nuestras familias para celebrar la Navidad, y por eso de que no nos sintiéramos tan solos, organizó un encuentro con los amigos que usualmente aparecen por allí y que tienen en común un idioma y unas raíces culturales muy importantes.

Sin duda, una gran idea, dado que nos encontramos muchas caras conocidas del mundo hispano y latinoamericano en Cracovia, amigos que trabajan aquí como informáticos, ingenieros, disk-jockeys, importadores, profesores de baile, profesores de idiomas, dependientes, camareros, etc..., y, por supuesto, un humilde servidor de ustedes.

Cada uno de los asistentes debía llevar algo preparado de la cocina de su país de origen, o alguna botella de vino, para amenizar la comida, y la verdad es que había muchas cosas, tanto para comer como para beber, aunque la estrella indiscutible fue un enorme y muy sabroso pavo relleno que habían preparado para todos los asistentes. Hay que dar las gracias a Jimmy por oficiar de Maestro Trinchador y hacer unos repartos de pavo justos y equitativos entre la marabunta que por allí pululábamos.

Fue una velada muy amable, en la que, además, de charlar, comer y beber, también hubo tiempo para la música, dado que uno de nuestros amigos asistentes no había olvidado su guitarra y nos estuvo amenizando con algunas canciones, hasta que al final decidimos cantar todos, y, aún cuando fue un poco caótico, también fue francamente muy divertido. La verdad es que habré de recordar que, a pesar de que no se me dan mal las rancheras y boleros, no es lo mío este tipo de canción, y no puedo hacer el ridículo siendo el único español presente al que se le hubiera olvidado la letra de Mi agüita amarilla, de los Toreros Muertos. Precisamente, para que no me vuelva a sucerder tan desgraciado incidente, acompaño a esta entrada del corresponde video, hallado en Youtube.com:




En fin, que así pasamos el mediodía, la tarde y la noche del 25 de diciembre, en una especie de gran familia, cuyo calor humano sirvió, en parte, para consolarnos entre todos de nuestras respectivas ausencias en nuestros países y del vacío que sabíamos que dejábamos en nuestras familias, que de seguro, siempre nos reservan un sitio libre por Navidad, por si acaso, la ventura hace que aparezcamos...

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